A veces no viene mal leer libros, intercambiar opiniones sin poder poner pegas. Los libros son mundos abiertos, reproches, de acuerdo o no a los principios de uno. Y quizás eso es lo que triunfe de ellos, que rompen nuestros esquemas, que nos ayudan a ponernos en el punto de vista del otro sin poder rechistar y aceptando cada uno de las razones del autor. A veces la vida es eso, escuchar a los demás sin poner un pero. Porque aveces aunque uno cree estar en lo cierto no lo está, y lo único que consigue es equivocarse. Hay tanto dolor contraido, tanta pena abstracta que ni siquiera se atreve a salir por lágrimas. Pero no existen los pasos atrás, y exista o no el destino tan solo queda aguardar algo nuevo. Quizás como me decía alguien esta mañana lo bueno sea esperar: Sea lo que sea, ocurra lo que ocurra, el objetivo de todo ser humano ha de ser la felicidad, y a pesar de la gran cantidad de vías que se pueden seguir para llegar hasta a ella generalmente aunque no la sepamos ver, hay una que es la que realmente vale y aunque no sepamos darnos cuenta, esa y solo esa es la verdadera vida.

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